domingo, 3 de febrero de 2013


Invito a recordar una escena de solemne aburrimiento. Este cuadro ayuda.
En un pueblo del Levante español. Fin del verano. Preadolescencia. Fiestas patronales y baile en la pista Lux. Vamos a aburrirnos a conciencia unas seis horas. Mi hermano, su amigo David y yo esperamos, incomprensiblemente, que la charanga toque algo de Tequila y sino algo de los Rolling. Por supuesto ni por asomo piensan hacerlo. Empiezan los delirios del aburrimiento. Tío, tío ¿has oído? (Una canción absurda de ese verano donde se dice que una rubia acaba de entrar en la pista) Ya la tocaron antes, cuando entramos nosotros. (Por supuesto que no lo han hecho). Qué guay cada vez que entramos cantan esto jua, jua. (Vamos salid fuera y volved a entrar y veremos si es verdad que la tocan siempre) Nadie se atreve a hacer la prueba y a acabar con ese resquicio de ¿diversión? Y así nos quedamos. Esperando a los Rolling. ¡Qué Rolling! 

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